Accede al Libro Virtual - MEMORIA -En construcción-
Libro Virtual - AYÚDANOS A CONSTRUIRLO

Poblaciones:

Provincia: SALAMANCA




VERDAD - JUSTICIA - REPARACION - RECONCILIACION

"En Salamanca, Miguel de Unamuno, rector de la Universidad más famosa de España, aprobó al principio el levantamiento que pondría fin al desorden y a la fragmentación regional de la nación. Pero pronto vinieron amigos suyos de Granada con la noticia del asesinato del poeta García Lorca y de varios catedráticos universitarios. Otros le contaron como habían huido de Andalucía en los cuales los revolucionarios habían matado a cuatro o cinco personas, para enterarse luego horrorizados de que el ejército de Africa había fusilado como represalia diez veces más. En los alrededores de Salamanca empezaron a aparecer cadáveres arrojados en fosas, aunque no en tan gran número como en Zamora o Valladolid. El 12 de octubre, Día de la Raza, en que se conmemoraba el descubrimiento de América por Colón y la expansión universal de la civilización hispánica que le siguió.... ...En el curso de la ceremonia, uno de los oradores fue el general Millán Astray ...sus partidarios, desde el fondo de la sala puntuaron sus frases con el slogan de la Legión 'Viva la muerte!'. Unamuno, como rector no pudo contenerse y aludiendo burlonamente a la frase 'viva la muerte', se volvió hacia el general y le dijo con sus mejores modos que el movimiento militar necesitaba no sólo vencer sino convencer. Y no creía que estuvieran capacitados para esta última tarea.... Al día siguiente cuando Unamuno entró en el casino para tomar su café, como todas las mañanas, le informaron que había sido expulsado del mismo, y poco después fue destituido como rector de la Universidad. Yendo a sentarse a su café favorito en el centro de la ciudad, siguió gritando durante algunos días su desafío a los bárbaros, pero sus amigos ya no se atrevían a sentarse con él. Se retiró a su casa, donde falleció, víctima de la pesadumbre, en diciembre". Gabriel Jackson en LA REPUBLICA ESPAÑOLA Y LA GUERRA CIVIL - Ed. Crítica, 1995 - pág. 269.